El écarté es un juego que se originó en Francia durante el Siglo XIX, como derivado de un juego de bazas llamado triunfo. El nombre del juego procede del verbo francés écarter, que significa “descartar”.
Es un juego de bazas que fue muy popular dada la sencillez de sus reglas y la rapidez con la que se desarrollaban las partidas. Esto lo convirtió en un juego de apuestas, en las que participaban no sólo los jugadores, sino también los que se agolpaban a su alrededor.

Su época de mayor esplendor fue durante la restauración francesa, aunque también fue el gran juego de sociedad del siglo XIX. Pero el éxito del black jack y del bacarat en los casinos, acabaron con la popularidad del juego a principios del siglo XX.

El objetivo del écarté consiste en ganar 5 puntos en total, para lo que suele ser necesario jugar varias  manos, en las que los jugadores se disputan cinco bazas en cada una de ellas. Las partidas de écarté se disputan entre dos jugadores, uno de ellos es el mano, es decir el primer jugador según el orden de juego, y el otro, el pie o segundo jugador según el orden de juego.

Para jugar al écarté se utilizan las barajas francesas o inglesas, reducida a 32 cartas sin comodines, por lo tanto sólo hay ocho cartas por palo, en cada uno de los palos hay cuatro cartas numerales del siete al diez, las tres figuras y los ases.

En el écarté las cartas no tienen ningún valor en puntos. Sólo el determinado por su orden en el palo, que sirve para establecer la carta ganadora de la baza, de modo que cada carta gana a las que son de orden inferior.

Así, en un mismo palo, el rey gana a todas las demás cartas y el siete no gana a ninguna. El orden de las cartas es, de mayor a menor, en todos los palos, rey, reina o dama, jota o valet, as, diez, nueve, ocho y siete.

El juego se desarrolla de la siguiente manera, luego de sortear el dador, éste barajará las cartas y las dará a cortar al jugador contrario, y en los juegos siguientes, los jugadores se alternarán para dar las cartas.

El dador da cinco cartas a cada uno de los dos jugadores y descubrirá la siguiente carta del mazo que indicará el palo de triunfo. Si se trata de un rey, el dador se anotará 1 punto de rey. Alternativamente,
puede anotarse el punto de rey el jugador que tiene el rey de triunfo en su poder al inicio del juego de las bazas.

En este caso, no puede ser la vuelta, ya que esta carta siempre se queda sobre la mesa, por lo que no puede haber 2 puntos de rey. El jugador mano, a la vista de sus cartas y de la vuelta, pedirá  escartarse de algunas o de todas sus cartas, o bien rechazará esta posibilidad. Si pide descartes, el dador puede aceptar o rechazar esta posibilidad.

Pueden realizarse tantas rondas de descartes como los jugadores quieran, mientras queden cartas en el mazo por repartir, teniendo en cuenta que el dador no puede tener la iniciativa, pero tiene la última palabra sobre los descartes.

Terminados los descartes, se inicia el juego de las bazas, que suele ser muy rápido, ya que sólo se juegan diez cartas en total. Sin embargo, en algún caso pueden ser menos; por ejemplo, si un jugador tiene rey, dama y as de triunfo, acompañados de dos sietes y la jota es la vuelta, puede mostrar las tres cartas de triunfo para indicar que gana la mano, pero que no cree poder ganar el robo.

También puede jugar los tres triunfos y uno de sus sietes. Si el pie gana esta cuarta baza, ya no hace falta jugar la quinta.

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