El golfo es un clásico juego de envite, de origen español. Sin embargo, ha sido desplazado de las mesas de juego por otros más sencillos como el mus o el póker. Esto se debe a la complejidad que el juego esconde. Por eso, la principal cualidad que debe poseer un jugador de golfo, es una buena memoria. El objetivo del juego consiste en lograr una jugada que permita ganar las apuestas realizadas por los jugadores en los sucesivos envites.
Las partidas de golfo se suelen desarrollar entre cuatro jugadores. Cada uno juega en forma individual para sí mismo. Sin embargo, en cada mano sólo participan tres jugadores, ya que el dador no se da cartas y queda fuera de la mano.
Para jugar al golfo se utiliza una baraja de 48 cartas reducida a 28, ya que sólo se usan siete cartas por palo: del tres al nueve. Se retiran las doce figuras de la baraja, los cuatro ases y los cuatro doses.
En el juego del golfo, el valor de las cartas es el señalado por su índice, de modo que la mayor carta es el nueve (9 puntos) y la menor el tres (3 puntos).
En el juego del golfo, la mano de un jugador consta de cinco cartas. Para determinar el valor de la mano o conjunto de cartas, el jugador debe sumar los valores de las cartas del mismo palo y tomar el mayor de los resultados obtenidos, teniendo en cuenta que sólo puede sumar cuatro cartas como máximo. Si tiene las cinco cartas del mismo palo, el valor de su mano es la suma de los valores de las cuatro mayores.
Por ejemplo, si tiene el ocho y el nueve de copas (17 puntos en copas) y el cuatro, cinco y seis de espadas (15 puntos en espadas), su mano vale 17 puntos. A través de los sucesivos descartes, el jugador tratará de reunir, o bien más cartas de espadas, o bien más cartas de copas.