Competencia, intereses comerciales o adivinación, las motivaciones de la creación de las barajas son tantas como sus innumerables juegos. Aquí, un recorrido para entender por qué, aún con sus diferencias, el atractivo de su influencia sigue tan vivo como siempre.

La historia del juego de cartas no es muy precisa con relación a sus orígenes. Algunos indican que se crearon para entretener a los reyes. Pero a pesar de que los orígenes de los juegos de cartas no resultan del todo precisos, históricamente está probado que los naipes empezaron en primer lugar a emplearse como instrumento de adivinación para convertirse luego en un mero entretenimiento popular, y que este invento, al igual que los dados y el ajedrez, procede de Oriente.

Sin embargo son varias las naciones que se atribuyen la creación del juego de cartas. Los chinos adjudican a su país el origen de la baraja, ya que en el año 1120 empleaban el grabado sobre madera para el estampado de las cartas.

Hindúes y persas remontan su invención a los tiempos bíblicos y los árabes usaban la baraja o naib, como la nombraban, en el siglo XIII. Fue seguramente de Arabia donde los caballeros de las Cruzadas conocieron por vez primera este juego y lo introdujeron en Europa Según cuenta la historia, los juegos de naipes comenzaron a practicarse en Europa por el siglo XIV, procedentes probablemente de Italia. Alcanzó tanta popularidad y furor este juego que su uso fue prohibido en numerosas naciones.

De hecho, la historia deja en claro que en 1331 esta forma de entretenimiento gozaba de cierto arraigo en España, ya que justamente ese año, Alfonso XI prohibió a los caballeros de la Orden de la Banda por él fundada que "interviniesen en partidas de naipes, quienes pasaran su ocio en el nefasto juego'.

En 1397 en Francia se promulgó una ordenanza prohibiendo el uso de la baraja. En 1543, se estipula que nadie puede entrar naipes en España para un año más tarde, otorgar la venta exclusiva al banquero de Medina e imponer, en el siglo XVII el impuesto conocido como 'renta de naipes'.

Ninguna de las limitaciones ni de los controles instaurados pudo impedir que, en el siglo XIV los juegos de naipes fueran un pasatiempo habitual en España y que en clubes privados, casas particulares y casinos se pasen las horas con el método de ocio más popular inventado por el hombre.

Algunos investigadores aseguran que las 52 cartas de la baraja representan las semanas del año; las 12 figuras, los signos zodiacales; las 13 cartas de cada palo, los 13 meses lunares, y los cuatro estaciones. Sin embargo, esta teoría resulta bastante improbable teniendo en cuenta que después del tiempo transcurrido deberían haberse visto afectadas por mutaciones en sus símbolos y formas.

Algo más creíble resulta la consideración sobre los palos de la baraja con significaciones mucho más concretas. De acuerdo a este criterio, en las barajas españolas de 48 naipes, divididos en 4 cuarto símbolos apuntados, el oro simbolizaría el comercio, las espadas, la nobleza y el ejército, los bastos, la agricultura y las copas, la religión.


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