Al igual que otras plazas del distrito, el referido paseo muestra
signos de abandono por parte de las autoridades aunque los lugareños reconocen que los únicos que realizan bien su trabajo “son las tres mujeres que se encargan de su limpieza”.
Ubicada entre las calles Carlos Gardel, Miller, Lavalleja y Santiago Derqui, los fines de semana el lugar es visitado por numerosos vecinos de la zona que aprovechan para matear o tomar sol y de allí la importancia de las barrenderas porque “los lunes hay basura por todos lados”. En ese sentido, también reclamaron
mayor responsabilidad a quienes usan el lugar porque “hay mujeres mal educadas que cuando cambian a sus bebes, en lugar de tirar los pañales en los cestos los dejan en cualquier lado”.
Entre las personas
desaprensivas se encuentran los propietarios de dos caballos, que “los domingos por la mañana los traen a varear estropeando el lugar”, indicó un vecino.
La situación fue denunciada oportunamente a las autoridades correspondientes, luego que esos individuos
amenazaran a un frentista que les recriminó esa actitud.
También, la gente del barrio recordó que hace unos tres meses fueron inauguradas una hamaca y una calesita para uso de personas con discapacidades distintas, pero los juegos “están rotos e inutilizados”. Preocupados por el estado de los mismos, los vecinos reclamaron en el corralón municipal aunque la respuesta resultó que “fueron colocados por la Provincia y ella debe repararlos”.
Junto con esos dos juegos que se distinguen a la distancia por estar pintados de blanco, se inauguró
una rampa para acceder a los mismos, aunque la misma quedó sin terminar y se está desmoronando porque “no se levantó la pared lateral de contención”, dijo un visitante de la plaza Arias que todos los días se reúne con otros amigos para charlar.
Otro de los reclamos fue en torno a los
basureros colocados oportunamente y que, como los postes que los sostenían no fueron tratados convenientemente, los mismos se quebraron en la base.
Como un detalle de la falta de atención que sufre el lugar, pusieron de relieve que la ermita que resguarda la imagen de la
Virgen de Luján inaugurada hace unos 22 años nunca fue repintada, al igual que el mástil, en cuyo tope flamea una bandera muy pequeña.