Hubo un show tenístico de nivel pero además varios condimentos en Tigre. Humor, bronca y un accidente que pudo terminar en tragedia
• Conductor condenado. Mientras Mariana "Loly" Antoniale se abanicaba con una revista especializada en tenis, a su novio se le incendiaban todos los papeles como presentador de la velada. Primero intentó calmar a los espectadores afectados por el hundimiento de un sector de la tribuna (ver Tiger...) y recibió un estruendoso abucheo. Después, presentó a Del Potro, pero resultó que La Torre de Tandil salió a escena recién 45 minutos más tarde, precisamente por el mencionado problema. Ante cada intervención del Intruso, bajaron silbidos que, al menos en la cancha, impidieron que se oyera su voz. Una noche para el olvido…

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• El señor del anillo abandonó. Peor la pasó Norberto Oyarbide. Llegó al estadio acompañado por un nutrido grupo de guardaespaldas y en el ingreso a la pista pasó desapercibido. Hasta que se paró para saludar a Guillermo Francella, la gente lo reconoció y comenzó una ola de insultos como la que puede apreciarse en el video. "Tranquilos, tranquilos", les decía a sus hombres. Durante el juego, cada tanto bajaba desde la tribuna una alusión al juez federal. Por ejemplo: "¡Delpo, apuntale a Oyarbide!". El señor del anillo optó por abandonar el estadio antes del comienzo del tercer set.

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• Mi (ex) cuñado. Entre los famosos que se acercaron al Pipa Tigre destacó la presencia, pero sobre todo la hermandad, de Claudia Villafañe y Lalo Maradona, quienes arribaron juntos al lugar y compartieron la noche de tenis en uno de los palcos. En el mismo grupo se encontraba la jugadora de Las Leonas Noel Barrionuevo.

• Su Majestad… JMDP. Del Potro estaba palo y palo con Federer, cuando un tiro se le fue largo y alguien del público gritó: "No importa, Delpo, después la Su te consuela". Susana se tapó rápidamente el rostro en señal de vergüenza y el tandilense se le acercó para decirle algo que, lógicamente, resultó inaudible para el resto de los presentes. Después, otro ocurrente espectador le pidió a la diva de los teléfonos que "entregara" a su hija Mecha, quien estaba sentada a su lado.

• "Tiger, we have a problem". Un sector de la tribuna se hundió diez centímetros y como consecuencia debieron ser desalojadas por los bomberos unas 180 personas, por prevención. A los damnificados se les prometió que serían reubicados pero algunos de ellos todavía aguardaban afuera –con indisimulables gestos de fastidio- cuando los jugadores ingresaban a la cancha. Por cierto, lo hicieron con una hora y media de retraso. En ese lapso, corrió por el sector de prensa una versión que preocupó a todos: los encargados de seguridad planeaban suspender el show por falta de garantías. La alarma fue desactivada minutos después.

      tribuna hundida

• Afuera, mucho mejor. Más allá de que el acceso a Tigre fue dificultoso -20 mil personas + hora pico-, y que algunos estacionamientos lindantes al estadio aumentaban fugazmente sus tarifas (uno pasó a cobrar $80 la estadía, cuando la lista de precios publicada a la vista de todos indicaba que costaba exactamente la mitad), vale destacar que, tal como se anunció en la previa, en varias cuadras a la redonda no se vio un solo "trapito". En cambio, los conductores eran recibidos por asistentes que, luego de ayudarlos a estacionar, les entregaban un sobre invitándolos a una "contribución voluntaria".

      sobre tigre

• Gabi y Manu, arriba en el aplausómetro. El bache que surgió por el problema en la tribuna fue parcialmente llenado por un video en el que distintas personalidades del deporte saludaban a Del Potro y a Federer. Aunque se oía poco y nada lo que decían, la sola imagen de los ídolos bastaba para encender la participación del público. Sabatini y Ginóbili fueron los que más aplausos cosecharon, seguidos por Vilas –ya había sido recibido con calidez en el aperitivo de la exhibición ante Clerc- y Maradona, quien se despachó con un largo monólogo. Luciana Aymar y Pichot completaron la lista.

• Amistoso pero en serio. Muchas veces, las exhibiciones de tenis muestran a los jugadores relajados por demás y, entre broma y broma, el nivel de juego cae a límites insoportables. Federer y Del Potro no serán todo lo graciosos que puede resultar Djokovic, pero jugaron a la altura de lo esperado y fueron oportunos y medidos a la hora de interactuar con el público. Así, Roger devolvió reverencias frente a las innumerables muestras de afecto –por cierto, posee un magnetismo portentoso-, invitó a las cuatro tribunas a gritar más fuerte y hasta mostró su puntería al entregar desde lejos varias pelotas a las manos de un mini ball boy. Y Juan Martín se bancó como un duque la excepción de ser visitante en su propia tierra.

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