Varios espectadores compraron entradas hasta seis veces más caras del valor original y se quedaron sin entrar. Los estafadores no se intimidan ante la seguridad ni las costosas multas.
Cada año los revendedores de entradas de Roland Garros se convierten en protagonistas por la impunidad y el descaro con que se mueven en las inmediaciones del predio, pese a la prohibición que rige en Francia.
Esta vez, las autoridades de la Federación Francesa de Tenis (FFT), junto a la policía del distrito 16, decidieron reforzar el control para evitar que los desprevenidos turistas sean estafados por comprar localidades a cinco o seis veces el precio original y que, en la mayoría de los casos, son rechazadas.
“En los años anteriores existía cierta tolerancia, pero este año los controles son más exhaustivos y ya hemos detenido a diez personas en los últimos cinco días porque los billetes impresos por internet son personales y deben tener el nombre, pero muchos turistas no se percatan y caen en la trampa”, le aseguró hoy a Télam un portavoz de la comisaría del distrito 16. "Para evitar eso, contamos con decenas de policías de civil que recorren a diario la zona”, agregó.
Este año cada boleto que se imprime desde internet es nominal y debe contar con el número de documento o pasaporte de quien la porte.
En las inmediaciones del predio fueron colocados decenas de carteles donde se advierte que la reventa de entradas es sancionada en Francia con una multa de 15.000 euros para quienes sean atrapados “in fraganti”, y de 30.000 en caso de reincidencia.
Asimismo, los altavoces situados en los alrededores del estadio repiten el consejo en francés, inglés, alemán y español de no comprar entradas a los revendedores. Sin embargo, puede verse cómo los revendedores acosan con agresividad a los potenciales clientes desde las bocas de salida del metro de la Porte d’Auteuil -a 700 metros de Roland Garros- hasta el vallado que divide la entrada al coqueto predio de ocho hectáreas, situado en el limite suroeste de la capital francesa.
“Nosotros no estafamos a nadie, sólo ayudamos a quienes quieren vender sus entradas porque finalmente no podrán venir y les damos una mano a quienes no consiguieron localidades. Y claro que eso tiene un costo, porque además corremos el riesgo de que la policía nos atrape. Igual hay tolerancia pues nos conocen, cada año estamos aquí”, comentó Tony, uno de los revendedores más conocidos y solicitados en las inmediaciones del predio.
Ante la consulta, Tony no dudó en mostrar su tarjeta de presentación, donde figura su sitio de Internet con disponibilidad de entradas para, entre otros, Wimbledon, la Eurocopa de fútbol de Polonia y Ucrania, los Juegos Olímpicos y conciertos de rock.
Con un cartel en su mano donde se lee “Compro entradas”, Tony, un francés originario de Guadalupe, mostró una carpeta con una treintena de plazas de diferentes ubicaciones, impresas de internet o invitaciones de los auspiciantes del torneo. “Hablar con la prensa es necesario porque siempre nos estigmatizan”, agregó Tony, quien dijo revender entradas desde hace 10 años.
Pero Tony no es el único, en total Télam pudo contabilizar a 60 revendedores en los alrededores de Roland Garros, mientras que una simple recorrida por diferentes buscadores en internet muestra que existen más de una veintena de sitios donde se ofrecen entradas para el Abierto francés.
Pese al celo y la vigilancia de las autoridades para evitar la reventa, estos juegan al gato y al ratón con la policía y la seguridad privada del torneo y cada día reaparece en nuevos lugares.
Este mediodía, a pocos pasos de donde Tony suele ubicarse cada día en la avenida Gordon Bennet -a 50 metros de la entrada principal-, la policía francesa realizó una detención que desató un revuelo: Pedro, un aficionado español victima de una estafa, denunció que se le había denegado el ingreso con un billete comprado en la reventa que había sido impreso desde internet.
Mientras dos policías de civil presenciaban la escena, el aficionado reclamó la devolución del dinero al revendedor (300 euros por una localidad que originalmente cuesta 62), quien se negó a hacerlo. Inmediatamente la policía detuvo al revendedor, que quiso escaparse sin éxito.
Automáticamente, el resto de los revendedores salió disparado en todas direcciones, y la mayoría se escondió en el bosque lindante con Roland Garros.
El revuelo generado por las corridas sorprendió al publico francés y los turistas, pero lo que no deja de asombrar es que, a pesar de la enorme demanda mundial de entradas y la expectativa que genera cada año la salida a la venta de las entradas de Roland Garros, la primera semana de competencia los estadios principales se ven semivacíos cuando no juegan las principales estrellas del circuito.