Durante la cocción de guisos y pucheros es
importante ir espumando las impurezas que van subiendo a la superficie,
provenientes de las proteínas de la carne y de la grasa. De lo contrario, la
preparación tendrá mal sabor y mal aspecto.
1 elemento esencial del puchero es la
elección de la carne, que debe ser con hueso para que le dé ese saborcito tan
especial. En general, se utiliza falda u osobuco. La carne está lista cuando se
desprende del hueso y está tan blanda que se puede cortar con un
tenedor.
De un buen puchero se tiene que obtener un
buen caldo, producto de la cocción lenta y cuidada. Dicho caldo se puede
consumir solo o acompañado con fideos o arroz. Posee una gran cantidad de
nutrientes.
El puchero es una preparación de origen
andaluz. También conocido como “cocido” o “potaje”, según el país donde se hace,
recibe el nombre del recipiente culinario en el cual se solía cocinar en el
pasado: una vasija, generalmente de barro, ancha y redondeada, con una o dos
asas.
¿Y cómo se sirve? El puchero se sirve en platos grandes y se
le da la posibilidad al comensal de condimentarlo a su gusto. Esto es: con
aceite de maíz, con aceite de oliva, pimienta, perejil picado, un buen vinagre,
etc. Las posibilidades son muchas.
El punto justo Para lograr el tan ansiado punto justo del
puchero, el chef recomienda: “Primero se incorporan las verduras aromáticas, que
son la base del caldo junto con la carne, luego las más duras como las
zanahorias, el choclo o las papas, y más tarde las más blandas, como los
zapallitos y los tomates”. Para evitar un caldo muy grasoso, hay quienes
hierven los embutidos, como chorizos o morcillas, en una olla aparte. Luego se
retiran y se reservan hasta que se vuelven a incorporar en la olla durante los
últimos minutos de cocción.