Otra gran jornada en triunfos, y entre ellos puso a Immaculate al tope del Clásico Tresiete
Lo íbamos a desarrollar en lugar aparte, pero habida cuenta de los logros concretados en la reunión, incluso con la victoria de IMMACULATE en el clásico Tresiete de ayer en el hipódromo de San Isidro, entonces hacemos hincapié en este espaciado.
Hace muchas décadas había un jockey al que lo apodaban el Científico, por la particularidad que tenía de saber medir los desarrollos. Pero lo de PABLO GUSTAVO FALERO supera ampliamente ese apodo, porque en su caso ya tendríamos que calificarlo como una cooperativa de esas eminencias, ya que domina todas las instancias, tanto venir adelante, por el medio o en el fondo, y siempre con esa limpieza propia de los que saben, y mucho, más allá de la caída que sufrió en le decimocuarta que no le permitió seguir corriendo.
Hay una diferencia importante entre él y los demás, los otros son muy buenos jockeys, pero no con la pulcritud que tiene el piloto oriental. Hay un Falero como referente y después vienen los demás. Hay muchos pilotos muy buenos ganadores de carreras, pero que a la hora de las comparaciones distan de estar a su altura.
Uno anduvo mucho en esto y tuvo la oportunidad de ver muchos grandes jockeys. Leguisamo, el Pocho Nardi, Rubén Baltasar Quinteros, el Pelusa Artigas, Salvador Di Tomaso, los hermanos Ciafardini, Luhiller, el gran Valdi, Sanguinertti que, lógicamente, ya quedaron para la historia, pero sólo de esta actualidad se puede agregar a Pablo Falero, un hombre que supera todos los pronósticos.
Del clásico de ayer se puede decir que como se anticipó, lo definieron los dos caballos que lucían mejores pergaminos. Fue para IMMACULATE porque Falero tiene esa cuota extra que lo hace diferente a los demás. Y que conste que Rodrigo Blanco estuvo muy inspirado con Basko Caribeño.